Al lío.
La respuesta es sencilla, aunque quizá te duele.
Porque… (tambores aquí)
no sabes como hacerlo. Obvio.
Así de simple. Así de duro.
No estás acostumbrado a vender, no sabes hacerlo y por eso no te gusta.
Piensa una cosa, ¿has probado alguna vez la cerveza? ¿te gusta la cerveza?
Yo recuerdo cuando probé la primera vez la cerveza que estaba con mi hermano mayor.
Yo me pedí una coca-cola. Con su azúcar y sus cosas. En esos momentos creo que ni existía la coca-cola zero. Tampoco me la hubiera pedido, me parecía una gilipollez tomar coca-cola y quitarle el azúcar, estaba mucho más rica con azucar.
Ahora la pido zero. Como da vueltas la vida.
El caso
Ahí estaba yo, con mi coca-cola. Mi hermano se pidió una cerveza.
Me dijo:
-¿Quieres probar la cerveza?
-No
-Venga pruebala, no seas mierdas.
(«no seas mierdas», mayor argumento de persuasión que ha existido en la historia)
¿Qué hice yo?
Probarla, qué podía hacer si no…
– Vale, dame un trago
– Toma
– (Le doy un trago) ¡BUAJ! Que malo está esto. Sabe fatal.
– Tranquilo, cuando te tomes un par de cervezas te empezará a gustar
– Y una mierda, esto está asqueroso.
– A nadie le gusta la cerveza al principio
– ¿Entonces para qué te la tomas?
Aquí estoy yo, escribiendo esto con una cerveza en la mano.
En ese momento no entendí la gran lección que escondía detrás esta historia.
Ahora si lo entiendo.
Normalmente cuando empezamos a hacer algo nuevo que NO se nos da bien…
… nos parece difícil
… aburrido
… no lo entendemos
… nos cansa rápido
… nos cabreamos
Por tanto, no nos gusta.
¿Y?
Pues que con la práctica aprendes, se vuelve divertido y te acaba gustando.
Esto mismo pasa con las ventas.
Lo habitual a la hora vender es que no te guste porque entre otras cosas…
… se te seca la garbanta
… te tiembla la voz
… tienes miedo a quedarte en blanco o que piensen que eres un vendehumos
… te da pánico que te digan no
… no sabes resolver objeciones
… lo pasas mal
… vendes poco o nada
Por tanto, no te gusta.
Como no lo dominas y no consigues el resultado que quieres pues te dices a ti mismo que no vales, que eres mal vendedor y que eso de vender es algo de gurús y gente que tiene un don especial.
Pero… ¿Qué pasa?
Por tanto… ganas mucho más dinero.
Pues que cuando empiezas a saber cómo hacerlo te empieza a gustar y te diviertes.
Y cuando te diviertes pues…
1) Disfrutas, te lo pasas bien
2) Vende mucho más
Por tanto… ganas mucho más dinero.
En general la gente se complica mucho, hace que vender sea bastante difícil.
Aunque puede volverse simple e, incluso, divertido.
Si sabes hacerlo bien
(llevamos toda la vida vendiendo y no nos hemos dado cuenta)
A mí tampoco me gustaba vender.
¿Por qué?
Pues porque no sabía, obvio.
Piénsalo.
Vender está de puta madre. Lo que no te gusta es no vender.
Ahora si sé. Y me encanta
¿Cómo lo he hecho?
Aprendiendo a vender. Mejorando mis habilidades de estrategia y persuasión, y, sobre todo, haciendo las cosas simples. Lo que se traduce en más ventas.
Esto te lo puedes creer o no. Los que saben son las personas que están suscritas a mi lista. Principalmente, porque ahí voy contando todo lo que voy haciendo yo y mis clientes.
Experimentos, fracasos, avances, locuras… vamos mis jaleos mentales.
Ahora bien, si estás pensando en apuntarte a mi newsletter te aviso (por si acabas de aterrizar en el circo digital) que no escribo por amor al arte, para que mis suscriptores me digan lo bien que lo hago o lo guapo que soy y el culito que tengo (tienes que verlo, espectacular), ni para cambiar millones de vidas.
Escribo emails para vivir de puta madre, para ganar dinero, para vender. Y para que vendas tú.
Si no te gusta el dinero, no te apuntes a mi lista.
Tú te apuntas a mi lista y yo me comprometo a cuatro cosas:
1) A tratar de entretenerte
2) A intentar venderte algo cada día
3) A enseñarte a hacer que la gente se pare, te miren y quieran comprarte
4) A que disfrutes de una cerveza bien fresquita. O lo que es lo mismo, disfrutes vendiendo y ganando dinero
Ese es el trato.
Cada día escribo un consejo para vender más. Día que no estás, consejo que te pierdes.
Te veo dentro, o no. Lo que te pida el cuerpo.
Suscribirse es gratis, darse de baja también.
Sigo con mi cerveza.